La Alpujarra



Como en el caso de todos los lugares antiguos, nadie sabe de donde viene el nombre de la Alpujarra (llamada también "las Alpujarras"). Los expertos sólo se ponen de acuerdo en que es de origen árabe, está indicado por la síliba inicial "al", el equivalente de "el" en español.

Algunos dicen que procede del nombre de la antigua ciudad de Buxaira, o Buxarra, mencionada en las crónicas árabes. Otra hipótesis afirma que debe su origen a un beréber llamado Ibrahim Abuxara. Y aun otra dice que procede de al-Busarrat, palabra árabe que se refiere a una zona montañosa.

La Alpujarra ha sida habitada por seres humanos al menos desde el Neolítico, y quizá aun antes, pero la región es más conocida por su tradición musulmana, que data de la ola de inmigración procedente de los califatos magrebíes en el siglo VIII.

Los habitantes moriscos dividieron la región en doce distritos administrativos llamados tahas, cada una con su propio castilla, o fortaleza, y varias aldeas. Aun hoy pervive la relación entre las aldeas de las antiguas tahas, aunque ha desaparecido la palabra. Con excepción de la Taha de Pitres, que en sus inicios fue la Taha de Ferreira.

En tiempos de los pobladores musulmanes la Alpujarra fue una región próspera, conocida sobre todo por su importante producción de seda. El trabajo del cuero fue otra tradición importante, y la agricultura floreció como consecuencia del singular sistema de riego creado por los moriscos, que aun hoy se utiliza.



La Alpujarra fue el hogar del último rey morisco, Boabdil, adonde los conquistadores cristianos le permitieron retirarse después de la rendición de Granada. Sin embargo, al cabo de pocos meses los cristianos incumplieron el acuerdo y lo expulsaron a África, definitivamente.

La Alpujarra fue un refugio seguro para los moriscos durante un siglo más después de su expulsión del resto de España. Es una región de valles profundos y estrechos, con laderas salpicadas de aldeas con casas de paredes encaladas de blanco reluciente. Son pocos los puntos de acceso entre las montañas - un factor importante para mantenerse a salvo de los ejércitos cristianos.

Las Capitulaciones firmadas por Boabdil en el año 1492 concedieron a la población musulmana el derecho a preservar sus creencias, costumbres y propiedades. No obstante, los cristianos iniciaron una política agresiva de entrega de tierras a los aristócratas cristianos de las zonas que rodeaban la Alpujarra, lo cual condujo a numeros levantamientos y conflictos a lo largo del siglo XIV, que a menudo se originaban dentro de la misma Alpujarra.

Hacia finales del siglo XIV los ejércitos cristianos lograran atravesar el puente del Tablate y penetrar en la Alpujarra. Después de dos años más de lucha encarnizada, la resistencia fue definitavemente quebrantada y la mayoría de los moriscos que sobrevivieron fueron traslados a la fuerza a otras regiones de España. Algunos consiguieron permanecer hasta el año 1610, cuando todos los moriscos que aun quedaban en España fueron expulsados del país.

La ciudad de Granada y el territorio circundante quedaron devastados después de un siglo de lucha constante. La zona, incluyendo la Alpujarra, se repobló con agricultores que procedían del norte y centro de España. Destruida su economía, la Alpujarra se hundió en la miseria y quedó virtualmente olvidada hasta la última mitad del siglo XX, cuando fue redescubierta por el turismo y poco a poco se fueron mejorando sus carreteras y comunicaciones en general.



La Alpujarra es un lugar de energía terrestre especial - un chacra de la tierra, si queremos utilizar una palabra de la antigua tradición sánscrita.

Tres cumbres forman un triángulo energético. El Mulhacén y el Veleta al norte en la cordillera de Sierra Nevada forman la base, con el ápice en la Sierra de Lújar al sur. Es un triángulo largo y estrecho, por el centro del cual discurre el río Poqueira. Los lados del triángulo son los huesos, macizos, con el chacra en el centro.

Se encuentran numerosas puertas de energía esparcidas por la sierra alta de la Alpujarra occidental. Sus efectos parecen ser un asunto muy personal, según el estado espiritual, mental, emocional o físico de cada cual. Algunas personas atraviesan una puerta energética sin percaterse de nada, mientras que otras lo notan inmediatamente. Y como las puertas energéticas que se encuentran por toda la Tierra, las de la Alpujarra se desplazan continuamente de un lugar a otro.

Se dice que el Veleta es la cara del espíritu del lugar. Observando el espacio entre las cumbres del Mulhacén y el Veleta desde un cierto ángulo y distancia, se ve claramente la forma de la cara de una mujer acostada de espalda.


La energía del Barranco del Poqueira es yin, o energía feminina. Es una energía fresca, fuertemente marcada por el Mulhacén y el Veleta - las cumbres más altas de Sierra Nevada y cubiertas por la nieve casi todo el año. El Barranco de Pitres es más ancha y cálida y tiene más sol; su energía es yang.



En lo alto de la sierra se encuentra una punta rocosa que se proyecta entre los barrancos, donde se puede percibir las distintas energías de los dos barrancos. Mirando hacia abajo sobre el Barranco del Poqueira, se percata el sonido incesante del río y del viento, que baja atrapado entre las paredes del profundo y estrecho valle, y se percibe la potencia de su energía. Al otro lado de esta punta se abre el panorama del Barranco de Pitres, con una energía más tranquila, cálida y suave.

Se dice que la Alpujarra es un buen lugar para aprender a morir en paz. No todos los que van allí se quedan hasta la muerte, pero lo cierto es que nadie se marcha sin haber cambiado.

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